sábado, 31 de octubre de 2009

31 de Octubre. Me quedo sola

Nos levantamos temprano aunque no tenemos nada que hacer. Maripaz y Estela se van después de comer al aeropuerto así que pasamos la mañana en el hostal vegetando y haciendo las maletas y dando una vuelta por la zona. Como el restaurante nos gustó, pasamos de nuevo tanto para el desayuno como para la comida.
Ya después de comer, mis amigas se cogen un taxi rumbo al aeropuerto, yo me quedo sola.
Como hace mucho calor (me doy cuenta de que no soporto el clima del Caribe) y estoy vaga, me voy al cyber a pasar el rato y llamar a casa. Después paseo de nuevo por las calles, viendo tiendas y tenderetes. Hoy es Halloween, así que todo está bastante animado, los niños andan disfrazados y todas las tiendas tienen animadores disfrazados.
Se me pasa la tarde bastante rápido con el paseo. Para terminar, veo atardecer en el paseo marítimo y me vuelvo al hostal donde me quedo hablando un rato con la pareja que lleva el hostal.
Me llaman a un taxi y me voy hacia la estación donde, después de esperar un rato, cojo el bus que me lleva a Bucaramanga (50.000p). El taxista que me lleva a la estación resulta muy agradable, me cuenta cosas de por allí, de su vida… muy majo y nada pesado.
El trayecto en bus resulta agradable, nos dan un refrigerio y después de comer me acuesto. Vuelvo a tener dos asientos, así que duermo de maravilla.

viernes, 30 de octubre de 2009

30 de Octubre. Santa Marta

Pasamos la mañana vegetando en el hotel, sin muchas ganas de movernos. A media mañana cogemos un taxi y nos vamos a Santa Marta al Hostal Casa Familiar, otro hostalillo bastante decente y a buen precio (15.000p). Sigue haciendo mucho calor.
Después de refrescarnos y mandar la ropa a la lavandería (con los mejores precios que he visto en Colombia) nos vamos a dar una vuelta.
Las calles están bastante animadas, con muchos puestos de todo tipo. Nos ponemos a mirar supermercados ya que queremos comprar alguna cosa típica, y acabamos comprando un montón de comida que nos llama la atención y que no venden es España, cacao con clavo en polvo, tang de multitud de sabores, sopas de sobre de sabores curiosos, postres… Como se está bien, nos quedamos a comer allí mismo ya que tienen un menú bastante decente (aunque como era algo tarde nos quedamos sin pechugas).
El resto del día lo pasamos paseando por las calles, viendo supermercados. Y es que, resulta curioso, pero me encantan los supermercados y mercados en general.
Volvemos al hostal a descargar las compras y nos vamos al museo del Oro de la ciudad, que es majo pero pequeñín. Al atardecer paseo por el paseo marítimo, viendo tenderetes de artesanía mientras intentamos evitar a los mosquitos asesinos.
La verdad, es que Santa Marta, pese a carecer de encanto, resulta una ciudad bastante agradable, me recordaba a cualquier ciudad de la costa española.
Para rematar el día vamos a cenar al restaurante de enfrente del hostal (Restaurante New Welcome), y… menudo descubrimiento. Las raciones baratas y enormes y deliciosas. Menudo jugo grande que nos tomamos (creo que llegaba al litro) y menuda ración de camarones (gambas) que me eché entre pecho y espalda.

jueves, 29 de octubre de 2009

29 de Octubre. PN Tayrona

Hoy toca también día largo y ocupado. Hemos quedado de nuevo con Elena para que nos lleve al parque. Eso si, sin casa-carro, sino con el coche al que llama “el blanquito” y así poder restar del importe lo que aun nos debe. Para llegar alli hay varias opciones, en bus o en taxi (15.000 p/persona)
Una hora después de salir de Taganga, llegamos al PN Tayrona (entrada 31.000p) y nos ponemos a caminar. Me doy cuenta de que se me ha olvidado el repelente (y eso que lo había racionado para que llegase hasta aquí) así que nos toca sufrir el ataque de los mosquitos (por suerte no fue demasiado horrible).



El parque es bastante cómodo de hacer, la mayor parte del recorrido es un camino bastante decente y no demasiado empinado. De vez en cuando hay playas que resultan interesantes. La primera, Arrecifes, no es apta para el baño debido a las corrientes submarinas. Reza el cartel que ha habido mas de 200 muertos en esta playa.
Mas adelante encontramos la Piscina, apta para el snorkel, que no pudimos practicar debido al mal tiempo y el mal estado de la mar. Aunque un bañito si que cayó.
Por ultimo, después de unas tres horas, llegamos a Cabo San Juan, donde se encuentra el camping y una buena playa, también en mal estado por el viento. Así que definitivamente, me quedo sin snorkel en Colombia. De todas maneras, el paseo y las vistas son muy agradables.



En el Cabo hacemos el descanso para comer en el restaurante y luego algo de playa. Como amenaza lluvia y tenemos pocas ganas de volver a hacer el mismo camino de vuelta, decidimos contratar un bote que nos lleve de vuelta a Taganga. Lo malo, es que sale en poco rato y no podemos disfrutar mucho de la playa. Sale por unos 30.000 p por persona.



El bote sale mas o menos puntual, al principio se mueve muchísimo (solo hay que ver las enormes olas). Luego coge velocidad y se nota menos aunque es como ir en el Dragon Khan. Me lo paso genial en el trayecto (Estela no puede decir lo mismo, jeje)
Desde el mar, la vista de la costa es impresionante. La Sierra Nevada de Santa Marta acaba directamente en el mar lo que da lugar a abruptos acantilados.



Por desgracia se pone a llover, y pese a que no es muy intenso, desmerece las vistas y las playas apenas se ven. En una de ellas, paramos a buscar a un turista y puedo ver el fondo de lo cristalina que es el agua, que maravilla. Que lástima que no podamos parar más rato.
En solo una hora, y completamente empapadas llegamos a Taganga, donde pasamos el resto de la tarde vegetando.
Por la noche nos vamos a cenar a un restaurante para tomar unos creps, muy ricos aunque algo caros. Aun así merece la pena. Y el postre ni te cuento.

miércoles, 28 de octubre de 2009

28 de Octubre. Guajira 3ª parte. Camarones

Otro día más nos despertamos en la casa carro con un calor infernal. Lo primero que hacemos es ir a bañarnos al mar y así refrescarnos. La playa es mejor que la del día anterior, con la arena de textura normal. Mayapo es un pueblo de pescadores muy tranquilo y sin apenas turismo.




Damos una vuelta por la playa, viendo como trabajan los pescadores y salimos hacia Camarones. Elena sigue insistiendo en que nos quedemos un día más, bueno, más bien dos días mas (un poco cansina ya es). Nos quiere hacer un 2x1. Es decir, pagamos un día más y estamos dos días. Le decimos que no es cuestión de dinero sino de tiempo. Es miércoles y el sábado Maripaz y Estela vuelan para Bogota y aun tenemos que ver el Tayrona
Con la excusa de que no tenemos huevos para el desayuno ni tomate para la pasta salimos lo antes posible hacia allí.
Por suerte, Camarones está cerca, ya que sino, a la velocidad de crucero de la caravana (que no llega a 40km/h) no llegamos en años.
Una vez allí, Elena nos dice que nos vayamos a bañar, que ella prepara el desayuno. Así que nos vamos con Santiago a la playa. Nos damos un baño y luego a caminar por la playa, la ciénaga y el pueblo. Como vamos a distintas velocidades acabo sola con el chaval que me cuenta su vida y unos chistes muy malos, que majete el chico. Da gusto además caminar descalza por aquí ya que todo es arena.




Al llegar, Elena nos ha preparado unos creps bastante ricos. Después nos vamos a la excursión en bote por el Santuario de Fauna y Flora Los Flamencos.



El chico que nos lleva en el bote es una maravilla, nos cuenta muchas cosas de los bichos del lugar, de la gente y de la laguna. Da gusto ir con gente que se explique tan bien. Es tan bueno con las explicaciones, que Santiago (que es un poco bocas) le suelta “esto si que es un guía”. Yo casi me muero de la risa, pobre madre.
La excursión me encanta, el sitio es muy bonito, el paseo es tranquilo y agradable, hace buena temperatura y no hay sol. Incluso conseguimos ver bastantes flamencos.




En definitiva, la excursión resultó perfecta.
Para terminar nos llevan a un criadero de tortugas para repoblación, que resulta un poco claustrofóbico para alguna de ellas. Pobre “tortuguita control”.



Volvemos a la casa carro donde intentamos que Santiago nos haga la comida, sin mucho éxito. Así que al final toca pringar. Elena mientras arregla el motor, se hace la manicura y se va a hacer unos pescadillos que nos han regalado.
Yo por mi parte, me voy por el pueblo a darles globos a unos niños gemelos muy monos. La abuela nos cuenta las miserias de su vida, pobre mujer.





Ya de vuelta en la casa-carro, empiezan a venir niños. Se ha corrido la voz y vienen como moscas a la miel. No es como Nepal pero alguno que otro se acerca. Me encanta esta manera de interactuar con la gente sin forzarla. Lo de los globos resulta siempre muy eficaz. Y de todas maneras los caramelos se me los habían comido entre madre e hijo.



Mientras Maripaz y Estela hacen la pasta, yo me quedo fuera con los niños. Luego nos comemos pronto la comida ya que tenemos prisa por irnos. Salimos pasadas las 17:15, ya con “el culo prieto” porque se nos echa la noche encima y los faros siguen sin funcionar debidamente.
Salimos hacia Taganga, que se supone que esta a unas dos horas de Camarones.
A mí con el traqueteo, me entra la modorra y me quedo dormida. Hora y media después me despierto ya que hemos parado debido al mal estado del motor. Nosotras todas ilusas preguntamos a cuanto estamos de Santa Marta y nos dicen “dos horas”, alucinadas y a punto de llorar, nos resignamos a la situación.
Elena nos propone quedarnos a dormir allí, a lo que nosotras nos negamos (otra noche nooooo). Allí en una gasolinera maloliente en un pueblo perdido en mitad de la nada, sin un WC en condiciones. No tenemos apenas dinero y estamos ya asquerosas y cansadas de la aventurilla
Tenemos suerte y, después de más de una hora, consiguen arreglarle el motor por lo menos hasta llegar por lo menos a Santa Marta.
Agobiada y a punto de la claustrofobia, me subo a la litera para ver si durmiendo se me hace mas corto el trayecto hasta Taganga
De nuevo se para, esta vez en mitad de la oscuridad. Por suerte rellenamos de agua (nuestra ultima agua potable, por cierto) el motor y de nuevo arranca.
Por fin, a las 11 llegamos a Taganga. Casi no me lo podía creer. Yo creo que la bahía no me había parecido tan bonita el día en que llegué.
Nos vamos al hotel, con ganas de ducha. Después de tres días solo con agua salada, arena y sudando como cerdas era lo único que necesitábamos.
Al terminar, ya limpias y frescas, nos vamos a comprar agua. Hemos decidido no pasar la noche en el PN Tayrona, sino volver aquí a dormir e irnos al día siguiente a ver Santa Marta. Taganga no nos ha gustado nada (y eso que a partir de aquí pude volver a usar la tarjeta de crédito). Es bastante tarde cuando nos acostamos.

martes, 27 de octubre de 2009

27 de Octubre. Guajira 2ª parte. De camino a Mayapo

Nos levantamos sobre las 7 de la mañana y nos vamos a comprar alguna cosa para el desayuno en la tienda del argentino (una manera de pagar el favor del servicio de guía).





Elena se ofrece a prepararnos el desayuno mientras nos bañamos con Santiago en el mar. El mar resulta extraño ya que exteriormente parece normal, pero luego el suelo en lugar de arenoso parece limo y da un poco de asquillo. Aun así el baño se agradece un montón.







A eso de las 10 de la mañana salimos rumbo a nuestro destino de hoy; Manaure y Mayapo que están cerca de Uribia y Riohacha respectivamente. Elena nos intenta convencer de quedarnos más días en el Cabo y ver las cosas que ofrece. Pero la verdad es que nos da miedo quedarnos definitivamente tiradas en mitad de la nada y lamentando mucho el no haber aprovechado el sitio decidimos irnos. Solo tenemos tres días para verlo todo si queremos ver el parque Tayrona.
La salida del Cabo también es espectacular y anecdótica. Aunque Elena, se supone que funcionaba como guía, una vez en el desierto estaba totalmente perdida. Y nosotras, que nunca habíamos estado allí, acabamos guiándola, le decíamos que solo tenia que seguir los surcos de las ruedas de otros coches e ir recto (hacia lo que parecía una carretera) dejando siempre a la izquierda las montañas.



Mientras vamos hacia la trocha siguiendo al camión cisterna para no perdernos, la caravana da un salto en uno de los baches infierno, se cae la escalera de la litera, que acaba estampada en la sien de Maripaz. La pobre toda llorosa del dolor y Elena mas preocupada en seguir al camión. Quiero pensar que fue porque nos vio curándola. Por suerte la cosa no es mucho, solo una heridilla pequeña que sangra poco y no nos quedamos sin Peich.
Sin ningún problema más llegamos a la trocha y de allí a Manaure a ver las salinas, que no resultaron todo lo interesantes que creíamos.



Lo mejor de todo fue el jugo de sandia que nos sirvió de sustituto de la comida. Y además las tres horas de camino se convirtieron en cuatro bajo un calor horroroso.
De allí nos dirigimos de nuevo a Uribia, para comprar cosas como arroz, harina… de origen venezolano (mucho más barato) y que así Elena pudiera hacer negocio.



Ya desde Uribia nos ponemos rumbo a Mayapo, un pueblo Wayuu que decía estaba cerca de allí, pero que resultó estar cerca de Riohacha. Es decir, lo que se supone que estaba a media hora nos costó casi 3 horas. Ufff.
Por suerte esta vez la carretera es medio decente y asfaltada. Lo malo que el coche va a 30 por hora, y que ya tiene rotos hasta los faros. Llegamos a las 6 de la tarde y de pura suerte. El ver atardecer queda totalmente descartado.
Como estamos sudadas de todo el día allí encerradas (7 horas de casa carro es muuuuucho) nos vamos a dar un baño refrescante y luego a cenar un arroz que nos había hecho Elena. Cosas como esa nos descolocaban, ya que por un lado parecía muy amable ya que lo de hacernos la comida no estaba incluido en la tarifa de la casa carro. Pero por otro nos agobiaba un poco con la idea de alargar la estancia o en lo de prestarle dinero. Yo me declino mas por lo primero, ella solo quería ganar mas dinero ya que veía que la casa- carro necesitaría un buen arreglo al llegar (si llegábamos) a Taganga y que el viaje no le iba a salir rentable. Creo que fuimos sus conejillos de indias.
Como hace fresco y bastante aire, decidimos que hoy nadie fuera. Así que nos apañamos dentro de la casa carro. Mas bien se adaptan ellos ya que nosotras no prescindimos de nuestras camas (por algo las hemos pagado). Elena duerme entre los asientos de delante y el pobre Santiago en una colchoneta en el suelo.
Como nosotras no tenemos sueño, nos vamos hacia la orilla con unas sillas y estamos de charla hasta que nos entra el sueño.

lunes, 26 de octubre de 2009

26 de Octubre. Guajira 1º parte. De camino al Cabo de la Vela

Dormimos fatal, muertas de calor y con los dichosos gallos cantando desde las 2 de la mañana (¿Quién dice que solo cantan al amanecer?) Acudimos a la hora convenida a donde la casa-carro y nos encontramos con que la chica se ha dormido. Nos cuenta que la noche anterior había estado con su marido celebrando su cumpleaños y que se acostó tarde. No es que nos tranquilice mucho la historia ya que la moza ha dormido unas dos horas y tiene 7 por delante de carretera. En fin…
La caravana está todavía mas guarra que el día anterior y para colmo viajamos también con su hijo de 13 años que dice es su “ayudante”. Se “olvidó” de mencionarlo el día anterior. Por suerte en chico es majo y da poco problemas (al final agradeceríamos la presencia del chaval) durante el viaje.
Recoge un poco el espacio, nos acomodamos como podemos y nos vamos hacia la Guajira. Al principio la cosa va bien, la carretera es decente y estamos relativamente cómodas en el “comedor”. Luego la cosa empieza a ponerse peor, la carretera empeora, las cosas empiezan a caerse de los estantes. La mujer no hace mas que gritarle al pobre chaval “Santiagooooooooooooooooo haz esto Santiago haz lo otro”. Paramos en Riohacha a comprar comida y agua y sacar dinero para los tres días que vamos a pasar de excursión en plan aventura y seguimos el viaje hasta “Cuatro Caminos” lugar donde confluyen las carreteras principales de la Guajira y donde Elena (la moza en cuestión) había quedado con un hombre de Cabo de la Vela para que nos guiara hasta su pueblo.



Nos comenta que ella suele ir por otro camino pero que al ser temporada de lluvias el camino está intransitable y tenemos que ir por Uribia. Excusas excusas…
Estamos un buen rato esperando, bajamos incluso a comprar el arroz, espaguetis y salsa para los días que nos quedan. También nos tomamos unos jugos de sandia que resultan totalmente deliciosos. Están tan fresquitos y tenemos tanto calor…
Mientras estamos fuera esperando, Santiago está en la caravana durmiendo, y es que el pobre también había dormido la noche anterior dos horas y estaba reventado.
La espera se demora más de una hora, nosotras seguimos sin comer y la llegada al Cabo de la Vela tiene pinta de estar muy lejos. Al final, el hombre llama a Elena y le dice que ha pasado de largo, que no nos ha visto y que nos espera en Uribia, pueblo sito una hora más a delante. Volvemos a la casa-carro y vamos hacia allá. Nos encontramos con el guía apodado “el argentino”, ya que según Elena era muy “seductor”
Pese a que habíamos comenzado sentadas en el comedor, a estas alturas ya estábamos sentadas en las sillas de tela en fila india detrás del conductor. Estela, con la “excusa” del mareo había cogido el asiento del copiloto, que pese a no ser muy cómodo por lo menos disfrutaba de vistas y aire “fresco”.
Una vez en Uribia, se sube el argentino y nos ponemos rumbo al Cabo de la Vela. Empieza la trocha infernal y el “terremoto” en el interior de la casa carro. Se cae todo de los armarios, la olla del arroz al suelo (Santiagoooooo recoge el arroz), el microondas, todo va de un sitio a otro… y… de pronto, se para la casa-carro. Según parece se ha partido la manguera del motor.



Y así, perdidas en mitad de la nada, muertas de calor y cansadas después de 8 horas de viaje, nos dedicamos a esperar mientras intentan hacer un apaño en el motor con unos camioneros que, gentilmente, se ofrecen a ayudarnos.



Parece que la cosa queda más o menos solucionada así que nos ponemos rumbo al Cabo de la Vela.
Pronto dejamos la trocha y nos metemos literalmente en medio del desierto guajiro. Una hora larga más de camino (por llamarlo de alguna manera) lleno de baches y rodeadas de cactus, acacias y chozas. Es la imagen mental que tengo de África.




Por el camino Santiago nos ameniza con sus gracias y ocurrencias, quitándole hierro al asunto. (En plan noticiario: Atención atención, turistas españolas y tres colombianos desaparecidos en mitad del desierto, a lo que le respondemos: atención atención, niño asesinado por las mismas, jeje).
Por fin, sobre las 5 llegamos al Cabo de la Vela, 11 horas de viaje nada más y nada menos. El sitio sin embargo es muy bonito y exótico, el desierto, el océano y nada más.




Por desgracia, al llegar tan tarde solo nos da tiempo a ver atardecer, montar la tienda en la parte superior de la caravana (esto prácticamente a oscuras) y cenar en el restaurante que pertenece a una de las mujeres del argentino (la primera comida del día). Siguiendo la costumbre tenemos que pagarles de nuevo la cena a los dos ya que no llevan dinero (mas a restar de la cuenta final). Más arroz con pescado. No hay jugos, ni helados, ni agua, así que nos tenemos que conformar con unas gaseosas. No tenía mucha hambre, pero sed…
Y es que sobre el argentino podríamos escribir una disertación entera, menudo elemento, el decía que había que ser fiel, pero solo la mujer ya que el tenia nada mas y nada menos que 4 mujeres. No podían tener la más mínima libertad personal, ni trabajar fuera de casa. Estaban aquí para servirle. Ya ni recuerdo los hijos que decía que tenia. Y tonteaba con toda mujer que se le pusiera en el camino (por suerte con nosotras ni lo intentó). Un elemento de cuidado.
Madre e hijo están muertos de cansancio así que se acuestan pronto. Nosotras, algo mas desveladas nos quedamos un rato fuera hablando. Y por fin, cumpliendo el sueño que tenia de siempre de bañarme por la noche en el mar. El pueblo no tiene luz eléctrica así que solo nos acompaña la luna
Ya fresquitas nos ponemos los pijamas y entramos a dormir a la casa-carro.

domingo, 25 de octubre de 2009

25 de Octubre. Cartagena de Indias

Nos levantamos pronto, para no variar, ya que queremos aprovechar la mañana para ver las cosas que nos quedan pendientes antes de coger el bus que nos lleva a Taganga.
Para ahorrar tiempo, y aprovechando que aun somos tres, alquilamos un taxi para que nos haga el recorrido por los dos sitios que teníamos planeado visitar. Como nos quiere cobrar más de lo normal (según los precios que nos habían dado en el hostal) le decimos que solo nos suba al Convento de la Popa y nos baje al Fuerte de San Felipe y nos deje allí (25.000p el trayecto completo). Desde allí al hostal había unos 10 minutos caminando.
Nos sube entonces al Convento de la Popa que tiene poco interés en general. Lo único que me gusta son las vistas de la ciudad desde los miradores del Convento. Salimos bastante pronto y bajamos hasta el Fuerte de San Felipe. Las entradas a los dos sitios salen por 21.000p.







El Fuerte es bastante interesante, es muy grande y cuidado. Estamos un buen rato paseando por las murallas y los pasadizos interiores.




Al salir, y antes de ir al hostal, vamos al ultimo monumento interesante de la ciudad, la escultura “Los zapatos viejos”, una escultura muy original que hay en la parte inferior del fuerte.



Comemos algo y cogemos el minibús a Taganga (40.000p) que resulta algo más incomodo de lo que pensábamos ya que hay poco sitio entre asientos y va lleno. Por suerte el trayecto dura poco más de cuatro horas.
Nada mas llegar vamos al hostal donde habíamos (Casa Felipe), supuestamente, reservado, y… nuestro gozo en un pozo. Dice que pese a haber reservado, les ha dado nuestra habitación a otros porque se había hecho tarde (y eso que avisamos que llegaríamos de 6 a 7). De todas maneras con el fin de no dejarnos tiradas llaman a otro hostal que hay cerca para ver si tienen habitaciones y por suerte nos dicen que hay una triple con baño. Nos encaminamos hacia allí, viendo por el camino hostales con una pinta muy maja, pero como es muy tarde para ponernos a buscar y en el otro nos aseguran la habitación, preferimos no arriesgar.
Llegamos a Villa Mary (15.000p), y pese a ser bastante más feo y cutrecillo que el primero, es decente para pasar una noche y tiene Internet gratis. Decidimos quedarnos.
Nos vamos a pasear un poco por el pueblo para estirar las piernas y buscar alguna agencia que nos ofrezca lo de la excursión a la Guajira.
Al final, pese a que algunas personas nos decían que en temporada baja solo podíamos ir por libre, encontramos a una mujer que nos ofrece la posibilidad de ir en caravana (casa-carro), ella nos hará de chofer y guía. Por nuestra parte tenemos que pagar el alquiler de la misma(100.000p/dia), la gasolina y la comida.
Nos lleva a ver la caravana (que es donde ella vive) y pese a que está algo guarreta y huele raro decidimos contratarla y salir al día siguiente (para que nos de tiempo a ver el Tayrona antes de que Maripaz y Estela tengan que irse). Concretamos estar allí mismo a las 5 y media de la mañana para salir lo antes posible ya que, según ella, hay unas 7 horas de camino hasta Cabo de la Vela.
Nos vamos a cenar unos bocatas y unos zumos y de vuelta al hostal.

sábado, 24 de octubre de 2009

24 de Octubre. Islas del Rosario

Hoy toca día playero (uno de los pocos que hay organizados). Nos dicen que a las 8 tenemos que estar en el puerto para coger el barco que nos llevará por las islas (30.000 p incluyendo comida+ 12.000 tasas portuarias). Llegamos a buena hora y nos ponemos en la parte exterior pensando que es mejor, pero… al poco de estar allí, viendo que se retrasa la salida y empapadas de sudor a causa del exceso de calor nos metemos dentro ya que se supone que hay aire acondicionado. Nuestro gozo en un pozo, el aire solo se nota a dos metros del aparato y está todo lleno de gente., hace mucho calor, pero por lo menos el sol no cae a plomo.
Por fin, después de casi una hora nos ponemos en marcha al Acuario (15.000p). Una vez en marcha, ya hay aire, así que salimos fuera para poder respirar, ahora si que se disfruta del barco.



La salida de la bahía aun resulta interesante ya que vemos casas, fuertes y pescadores, pero, una vez mar adentro, y después de dos horas ya comenzamos a aburrirnos de las vistas. En el barco nos ofrecen las entradas al acuario, lo hablamos y decidimos no ir y en su lugar ver el pueblo o bañarnos. Pero al llegar a la isla, llega la desilusión, no hay nada excepto el acuario y dos o tres chiringuitos, así que para no aburrirnos decidimos comprar las entradas aunque colonos dejen 40 minutos de disfrute.




El acuario en si no está mal, todo el rato con un guía que nos va dando explicaciones sobre cada bicho (habrá máximo 10 especies) y luego vemos un show de delfines. Lo malo es que no nos dan ni un minuto para ir por nuestra cuenta (ni siquiera pudimos ver las peceras pequeñas).




Volvemos al barco y otra hora más de trayecto hasta llegar a Playa Blanca. Está vez es mas entretenido ya que vamos hablando con una mujer colombiana con su hijo que nos cuentas cosas de sus vidas. La mujer ha venido desde Bogotá a ver a sus hijos que trabajan en el ejército en Cartagena, el chico tiene un hermano gemelo que también va en el barco y al que conocemos una vez llegamos a Playa Blanca.



Llegamos a Playa Blanca y desembarcamos en dos botes. Ya en la Playa nos ponemos con la familia y con otras personas a comer nuestra comida de hoy (parecida a la del día anterior). Pasamos un rato bastante agradable conversando con unos y con otros.



Nada mas comer, y ya que vamos cronometrados, nos vamos a la arena. Y así, a turnos vamos entrando al agua. Menuda desilusión. Yo me había llevado las gafas con la esperanza de hacer snorkel, pero mi gozo en un pozo, no se ve nada de nada. Al nadar mas mar adentro, y cuando parecía que podía aparecer algo me doy cuenta de que estoy cerca del área de influencia del bote de la salchicha(esas lanchas que llevan una salchicha detrás a la que la gente se sube). Temiendo por mi seguridad vuelvo a la orilla. Está todo lleno de turistas y gente que te vende cosas.



Es una pena ya que la playa es preciosa, pero entre los turistas y los vendedores le quitan el encanto (y eso que eran, de lejos, mucho menos pesados que los indios y nepalíes).
Pese a eso, pasamos un buen rato y acabamos con un montón de collares de piedrecitas. Volvemos al barco y de vuelta a Cartagena
Estela se marea y se tumba para pasar el mal rato. Mientras Maripaz y yo nos “sociabilizamos” con unos y con otros. Se nos hace el camino muy corto, hablando con la “monja”, con una colombiana que nos cuenta su vida e incluso nos saca fotos de su hijo… Y es que aquí la gente es encantadora y muy sociable. Excepto por algunos pesados, con el resto nos estamos llevando una muy buena opinión de los colombianos. El resto del pasaje extranjero, es por lo menos interesante, los dos australianos-hippies guarros, los cuatro estadounidenses a cual más tonto y poco mas. El resto todos colombianos o latinoamericanos
Al llegar, el cielo en Cartagena está negro y amenaza lluvia intensa así que, como ya es tarde, nos vamos para el hostal a ducharnos. Empieza a diluviar así que tenemos que esperar a que escampe para poder ir a cenar. Como sigue lloviendo no nos “arriesgamos” y vamos a un restaurante que hay enfrente del hostal. Lo malo es que se va la luz lo que nos obliga a cenar bajo la luz de las velas. La comida estaba muy buena.