domingo, 11 de octubre de 2009

11 de Octubre. Bogotá

Nos levantamos temprano con idea de subir al cerro de Montserrate. Antes tenemos que hacer algún trámite para reservar el billete de bus de la noche, después de buscar direcciones y mirar por Internet, nos recomienda cogerlo en la misma estación por la noche, que nunca hay problemas de asiento ya que salen buses cada hora (pese a que en la web pone otra cosa). Nos fiamos de la chica y decidimos arriesgarnos y comprarlos en la estación por l anoche antes de salir. Sin desayunar ni nada subimos el camino que nos lleva al funicular que lleva al Cerro. Al ser domingo, es mas barato ya que los colombianos aprovechan el día para subir de peregrinación al Santuario de Monserrate.
Cogemos la opción subida en funicular y bajada en teleférico para probar los dos transportes (8.000p).
Lo primero que hacemos una vez arriba es ir a desayunar, hay hambre, ñam ñam… Para empezar con mi ruta gastronómica colombiana me pido un tamal con chocolate caliente. El tamal ya lo había probado en otras ocasiones, su sabor no es que sea mi pasión, pero está bastante rico y es muy contundente para mi hambre canina. El resto prueba las delicias pasteleras cogiendo almojábanas y arepas. La almojábana es deliciosa, la arepa por votación popular, algo insulsa
Una vez alimentadas con la rica comida colombiana nos vamos a dar una vuelta por el lugar, subimos viendo el Vía Crucis hasta llegar al Santuario de Monserrate, lugar sin demasiado interés arquitectónico ya que se ve muy moderno, pero interesante desde el punto de vista religioso. Además las vistas de Bogota son alucinantes desde aquí.




Nos paseamos por la zona, y vamos hacia el mercado de artesanía y alimentación que se sitúa en la parte trasera. Luego nos vamos al bosque que hay detrás a dar un pequeño paseo. Allí hay una subida que lleva a un repetidor donde se supone que hay bonitas vistas del valle, pero realmente ¿merece la pena subir una cuesta a mas de 3000 m solo por ver una vista que ya es buena donde nos encontramos? La respuesta es no, jeje.




Mientras Estela sube al repetidor para hacer la foto nosotras nos quedamos en el bosquecillo charlando con un padre que pasea con su hijo. Hace un fresquito muy bueno y huele a eucalipto, la verdad es que es un sitio muy agradable. Me hace gracia que pese a que no hace frío la gente viste como si estuviera helando, con guantes y todo. Se nota que no conocen el cierzo



Cuando baja Estela volvemos hacia el Santuario, al pasar por la zona alimenticia Maripaz y yo nos compramos una cuajada con arequipe y mermelada. No es que tengamos hambre, pero todo huele tan bien y tiene tan buena pinta que no podemos resistirlo.



Cogemos entonces el teleférico y bajamos hacia la ciudad.
Nos dirigimos entonces al Museo del Oro y aprovechamos a entrar ya que como es domingo es gratuito, es bastante interesante.



Luego a un mercado de artesanías donde visualizamos las cosas interesantes que Colombia nos puede ofrecer.
Nos encaminamos después hacia el Barrio de la Candelaria, o lo que es lo mismo, el casco antiguo de la ciudad de tipo arquitectura colonial. Muy bonito, con sus casas de colores y sus edificios. Nos sorprende el buen estado de conservación en el que se encuentran la mayor parte de los edificios.








Además se nota que hay mucha seguridad, con controles militares en zonas próximas a la zona presidencial.




Se nos hace bastante tarde mientras paseamos y como amenaza lluvia y tenemos bastante hambre nos ponemos a buscar restaurante. Extrañamente resulta difícil ya que vemos pocos restaurantes. Al final acabamos en uno un poco más caro de lo normal pero de aspecto encantador. La mujer que lo lleva es una negra muy agradable que parece cubana. Fuera empieza a diluviar



Seguimos entonces con nuestra dieta colombiana, con la bandeja paisa, el ajiaco y los juguitos. De momento la comida la estamos disfrutando una barbaridad
Cuando escampa un poco salimos a pasear y a ver el resto de callejuelas que nos quedan por visitar. Sigue lloviznando pero es soportable.



Después del paseo entramos en una cafetería para tomar algo. Y si, aunque queríamos algo caliente para templarnos un poco, acabamos pidiendo unos juguitos, no lo podemos evitar, es que son taaaaaan ricos. Lo malo es que en la cafetería en cuestión el servicio es un poco malillo y las cosas que hay en la carta escasean, nos quedamos sin los zumos exóticos y sin los postres ricos. Me acuerdo de mi pregunta al camarero ¿Cuál es el zumo mas exótico que tenéis? Y me contesta KIWI (había como 10 frutas tropicales extrañas en la carta). Yo le miro y le digo, pues nada un cóctel cítrico que en España tenemos kiwis por castigo (jiji). Mirándolo bien, las otras opciones eran naranja y piña así que “kiwi” se puede considerar como exótico, jaja.

Se hace de noche y volvemos al hostal a descansar un ratillo y a coger nuestros bártulos para irnos a la estación para coger el bus nocturno para Armenia.
Desde el mismo hostal nos llevan hasta la estación. Fiel a la costumbre colombiana el tío conduce de horror. Además tuvimos cierto momento de “tensión” cuando le dimos el dinero de la carrera por adelantado para pagar la gasolina pero no nos dio los cambios. Al final todo quedo en la anécdota ya que nos lo dio al bajar del taxi.
Una vez en la estación, compramos los billetes (45.000p) y nos fuimos a la zona VIP, compramos alguna cosilla para entretener el hambre y a esperar a las 11 para coger el bus.
Para no variar Maripaz y yo nos dormimos, embutidas en capas de ropa debido al exceso de aire acondicionado, en el mismo momento en que nos acomodamos en los asientos (yo ya había dado cabezadas en la zona VIP). Gema y Estela pasaron la peor noche de su vida, no pudieron dormir porque decían que era incomodo, supongo que las curvas, las visiones de agujeros negros correspondientes a barrancos a pocos centímetros de las ruedas y los controles militares no ayudaron a su modorra.
Maripaz y yo no nos enteramos de nada. Solo me desperté por el dolor de oídos que me provocaba el aire acondicionado emitido directamente sobre mi oreja, pero en cuanto me cubrí nada de nada. Nos despertamos ya en Armenia.

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