miércoles, 28 de octubre de 2009

28 de Octubre. Guajira 3ª parte. Camarones

Otro día más nos despertamos en la casa carro con un calor infernal. Lo primero que hacemos es ir a bañarnos al mar y así refrescarnos. La playa es mejor que la del día anterior, con la arena de textura normal. Mayapo es un pueblo de pescadores muy tranquilo y sin apenas turismo.




Damos una vuelta por la playa, viendo como trabajan los pescadores y salimos hacia Camarones. Elena sigue insistiendo en que nos quedemos un día más, bueno, más bien dos días mas (un poco cansina ya es). Nos quiere hacer un 2x1. Es decir, pagamos un día más y estamos dos días. Le decimos que no es cuestión de dinero sino de tiempo. Es miércoles y el sábado Maripaz y Estela vuelan para Bogota y aun tenemos que ver el Tayrona
Con la excusa de que no tenemos huevos para el desayuno ni tomate para la pasta salimos lo antes posible hacia allí.
Por suerte, Camarones está cerca, ya que sino, a la velocidad de crucero de la caravana (que no llega a 40km/h) no llegamos en años.
Una vez allí, Elena nos dice que nos vayamos a bañar, que ella prepara el desayuno. Así que nos vamos con Santiago a la playa. Nos damos un baño y luego a caminar por la playa, la ciénaga y el pueblo. Como vamos a distintas velocidades acabo sola con el chaval que me cuenta su vida y unos chistes muy malos, que majete el chico. Da gusto además caminar descalza por aquí ya que todo es arena.




Al llegar, Elena nos ha preparado unos creps bastante ricos. Después nos vamos a la excursión en bote por el Santuario de Fauna y Flora Los Flamencos.



El chico que nos lleva en el bote es una maravilla, nos cuenta muchas cosas de los bichos del lugar, de la gente y de la laguna. Da gusto ir con gente que se explique tan bien. Es tan bueno con las explicaciones, que Santiago (que es un poco bocas) le suelta “esto si que es un guía”. Yo casi me muero de la risa, pobre madre.
La excursión me encanta, el sitio es muy bonito, el paseo es tranquilo y agradable, hace buena temperatura y no hay sol. Incluso conseguimos ver bastantes flamencos.




En definitiva, la excursión resultó perfecta.
Para terminar nos llevan a un criadero de tortugas para repoblación, que resulta un poco claustrofóbico para alguna de ellas. Pobre “tortuguita control”.



Volvemos a la casa carro donde intentamos que Santiago nos haga la comida, sin mucho éxito. Así que al final toca pringar. Elena mientras arregla el motor, se hace la manicura y se va a hacer unos pescadillos que nos han regalado.
Yo por mi parte, me voy por el pueblo a darles globos a unos niños gemelos muy monos. La abuela nos cuenta las miserias de su vida, pobre mujer.





Ya de vuelta en la casa-carro, empiezan a venir niños. Se ha corrido la voz y vienen como moscas a la miel. No es como Nepal pero alguno que otro se acerca. Me encanta esta manera de interactuar con la gente sin forzarla. Lo de los globos resulta siempre muy eficaz. Y de todas maneras los caramelos se me los habían comido entre madre e hijo.



Mientras Maripaz y Estela hacen la pasta, yo me quedo fuera con los niños. Luego nos comemos pronto la comida ya que tenemos prisa por irnos. Salimos pasadas las 17:15, ya con “el culo prieto” porque se nos echa la noche encima y los faros siguen sin funcionar debidamente.
Salimos hacia Taganga, que se supone que esta a unas dos horas de Camarones.
A mí con el traqueteo, me entra la modorra y me quedo dormida. Hora y media después me despierto ya que hemos parado debido al mal estado del motor. Nosotras todas ilusas preguntamos a cuanto estamos de Santa Marta y nos dicen “dos horas”, alucinadas y a punto de llorar, nos resignamos a la situación.
Elena nos propone quedarnos a dormir allí, a lo que nosotras nos negamos (otra noche nooooo). Allí en una gasolinera maloliente en un pueblo perdido en mitad de la nada, sin un WC en condiciones. No tenemos apenas dinero y estamos ya asquerosas y cansadas de la aventurilla
Tenemos suerte y, después de más de una hora, consiguen arreglarle el motor por lo menos hasta llegar por lo menos a Santa Marta.
Agobiada y a punto de la claustrofobia, me subo a la litera para ver si durmiendo se me hace mas corto el trayecto hasta Taganga
De nuevo se para, esta vez en mitad de la oscuridad. Por suerte rellenamos de agua (nuestra ultima agua potable, por cierto) el motor y de nuevo arranca.
Por fin, a las 11 llegamos a Taganga. Casi no me lo podía creer. Yo creo que la bahía no me había parecido tan bonita el día en que llegué.
Nos vamos al hotel, con ganas de ducha. Después de tres días solo con agua salada, arena y sudando como cerdas era lo único que necesitábamos.
Al terminar, ya limpias y frescas, nos vamos a comprar agua. Hemos decidido no pasar la noche en el PN Tayrona, sino volver aquí a dormir e irnos al día siguiente a ver Santa Marta. Taganga no nos ha gustado nada (y eso que a partir de aquí pude volver a usar la tarjeta de crédito). Es bastante tarde cuando nos acostamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario