viernes, 7 de mayo de 2010

Día 7 de Mayo: Gante

Después de una calurosa noche en la habitación, volvimos a madrugar con el fin de coger el tren a Gante lo antes posible.
Desayunamos en la cafetería de enfrente del hotel y nos fuimos caminando hacia la estación donde compramos nuestros dos billetes restantes.
Da gusto la red de trenes aquí en Bélgica ya que son muy frecuentes y puntuales. No tuvimos que esperar mucho hasta que llegara nuestro tren.
Brujas y Gante están muy cerca así que en media hora estábamos llegando a esta ciudad.
El día esta vez acompañaba poco, el cielo estaba bastante nublado y amenazaba lluvia. Aun así nos fuimos caminando hasta el hotel que estaba a unos 20 minutos de la estación.
El hotel estaba situado en la plaza principal de Gante y aunque algo carillo (tampoco pudimos encontrar nada mejor) estaba bastante bien. Por suerte, este ya estaba totalmente pagado así que nos ahorramos la tensión de saber si habría problemas con mi dichosa tarjeta. Nos dijeron que nuestras habitaciones todavía no estaban preparadas, así que dejamos las maletas, nos refrescamos y nos fuimos a pasear por la ciudad. Queríamos aprovechar antes de que se pusiera a llover.


La parte antigua de la ciudad estaba prácticamente toda en obras así que, lamentablemente la estética del lugar quedaba algo distorsionada. Aun así, Gante era una ciudad muy bonita y señorial (aunque no tanto como Brujas).

Después de la parada de rigor en la oficina de turismo, empezamos a callejear entre baches y vallas. La plaza estaba prácticamente impracticable aunque el resto estaba bastante mejor de lo que parecía viendo tanta grúa.


Si os fijáis en la fotos, las grúas no aparecen (San Photoshop y los cielos uniformes obraron el milagro).
Estuvimos caminando hasta la hora de comer y aunque nuestra idea inicial fue parar en una cadena de comida rápida de sopas (¿?), nos pudo el hambre y nos metimos en un restaurante de una plaza que tenia un menú bastante económico. Menudo acierto fue el restaurante ese, comida rica y abundante y bastante bien de precio.

Nos fuimos ya hacia el hotel con el fin de ocupar la habitación y descansar un rato.
Y el descanso se convirtió en siesta de larga duración. Y es que, con el fresco que hacia fuera, meterse debajo de un edredón calentito no es la mejor idea si lo que quieres es no dormir, jeje.
Como ya habíamos visto la parte interesante y antigua de la ciudad nos fuimos a dar una vuelta por el resto, que tampoco estuvo mal. Sobre todo el precioso parque que estaba cerca de la estación.
Tuvimos suerte que el tiempo se portó bien, y pese al cielo plomizo y el fresquillo reinante no cayó ni una gota y no nos afectó las caminatas.
Para rematar la faena nos fuimos a merendar a un restaurante al que habíamos echado el ojo en donde servían creps. ¡Dios que ricos que estaban! Cabe decir que no teníamos mucha hambre después de la comida, pero es lo que tiene la gula (mi mayor pecado capital)…

Seguimos el paseo, callejeando y viendo tiendas hasta que se nos hizo la hora de cenar y nos fuimos a una hamburguesería a picar algo.
Estábamos ya reventados de pasar el día caminando así que nos retiramos al hotel a dormir bastante temprano.

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