sábado, 18 de septiembre de 2010

SABADO 18 SEPTIEMBRE. El tren chuchu o crónica de la destrucción de mi sueño.

Nos levantamos temprano, cogemos nuestro desayuno para llevar y nos vamos hasta la estación de mi ansiado tren chucho (La Moldovita, 43 lei).
Nos tomamos un te y un café para calentar un poco nuestros cuerpos y nos vamos hacia el tren.

Pese a que hace un día horrible y ha estado toda la noche lloviendo hay bastante gente esperando la salida del tren, así que por lo menos no parece que se vaya a suspender la excursión. Había decenas de fotógrafos haciendo fotos de la monada de tren que nos va a llevar por las montañas.
Nos metemos en uno de los vagones pero una de las guiris que allí había, nos empieza a mirar mal. Así que cansadas de las miradas asesinas de la tipa esa (que debía creer que el vagón era e “su grupo”) y visto que había vagones libres, nos cambiamos de lugar.

Empieza a llover de nuevo así que todo el mundo se resguarda en el interior a la espera de la salida.
El camino es precioso, aunque el frío y la lluvia ayudan poco a la hora de disfrutarlo. Al cabo de un par de paradas para hacer fotos ya llevo los pies calados y congelados. Eso junto con el frío que tengo en general no ayuda a que me sienta cómoda y que el trayecto se haga corto.


Al cabo de un rato que se nos hizo largo, llegamos al destino final en donde, por suerte, había baño y “cafetería”. Eso si, al aire libre aunque con techos gracias a Dios.


Nos tomamos un chocolate caliente con el fin de caldearnos un poco y nos vamos a dar un paseíllo ya que ha dejado de llover intensamente (caía chirimiri).
Luego de vuelta a Viseu de Sus a donde llegamos en menos rato que la subida. Una lástima de excursión ya que merece mucho la pena pero no para hacerla bajo la lluvia.

Ya en Viseu de Sus y antes de comer, nos vamos a buscar la Autogara ya que en la guía no ponía nada de su ubicación. El día anterior habíamos hecho una foto de un mapa que había en el pueblo y seguimos las indicaciones que allí nos daban.
Cual es nuestra sorpresa, que al llegar al sitio marcado no había nada. Maripaz y yo nos pusimos a hablar con un par de personas que por allí nos encontramos y nos dijeron (¿Quién sabe como nos entendimos?) que la Autogara estaba cerrada y que ahora la parada de buses estaba en otro sitio. Lo que no nos dijeron fue la hora así que le preguntamos a otra señora, que se acerco a ver si nos podía ayudar. Así que en francés nos explicó lo mismo que los dos señores y nos dijo el sitio exacto y los horarios de los mismos. Nos dice que el siguiente sale a las 5 de la tarde y no a las 3 como yo tenia entendido
Nos fuimos a la parada a comprobar la información y viendo que tenía razón aprovechamos para ir a un restaurante a comer algo y al hotel a recoger nuestras cosas y a cambiarme los zapatos que ya empezaban a convertirse en una pestosidad.
Como ya no llueve y hace mejor tiempo me pongo las sandalias y “rezo” por que no llueva más por hoy. Mis pobres piececillos necesitan estar secos un ratito al menos
Vamos de nuevo a la parada y esperamos un rato a que pase el bus. Por suerte tardó poco ya que yo estaba “cardiaca” al observar a un perro que parece que disfrutaba corriendo a los lados de los coches mientras ladraba. No se si vivirá mucho mas ese perro.
El camino a Sighet (Siguetu Marmatiei) es breve. Menos mal ya que vamos en un minibús con bastante gente, humedad y pocas ventanas. El pobre chico de mi lado, estaba a punto del síncope y no exagero.
El pueblo de Siguet era bastante feo. Decadente y triste por así decirlo. Nos costó un buen rato encontrar un sitio donde dormir. El barato no lo encontrábamos y los otros eran caros. Al final nos quedamos en uno que era algo caro, pero estaba bien situado y estaba bastante bien. Creo recordar que se llamaba Casa Real, estaba en la plaza y costaba 140 lei con desayuno
Después de dejar nuestras cosas nos fuimos a pasear mientras buscábamos alguna agencia que nos organizara una excursión por Maramures o algún sitio de alquiler de coches. De nuevo nada de nada.
La chica del hostal de Suceava nos había recomendado uno pero estaba lejos y, pese a que organizaba excursiones, no tenía ninguna prevista para el día siguiente. Ufff.
Nos vamos a cenar y después más paseo para ver si hay algo abierto al día siguiente. Con más bien pocas esperanzas nos vamos al hotel sin tener muy claro que haremos al día siguiente y como nos buscaremos la vida para ver las iglesias de madera. Todo, menos quedarnos tiradas en este pueblo desangelado.

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