martes, 14 de septiembre de 2010

MARTES 14 SEPTIEMBRE. El Lacu Rosu o “un trozo de paraíso”

Nos levantamos temprano para no perder la costumbre, nos vestimos y nos fuimos a la estación. Hubo suerte que en el hotel nos guardaban las maletas y así podíamos ir mas ligeras a ver el Lacu Rosu.




El trayecto en bus resulto agradable, mas casitas encantadoras y el Valle de Bicaz (lastima que no pudiéramos bajar a verlo) que dicen que es uno de los mas bonitos de Rumania y que a mi me recordaba mucho al Pirineo.


Paramos en el Lago y nos maravillamos con esa preciosidad.


A mi me habían dicho que el lago Atitlan de Guatemala era el mas bonito del mundo, pero este… me resulto totalmente ideal. El agua era limpia y tan tranquila que los árboles se reflejaban como si fuera un espejo.



El día era precioso también. Frío y soleado, el aire limpio. Estuvimos dando un paseo por la orilla y la zona durante un par de horas y luego volvimos a la carretera a esperar el bus. También nos compramos un producto típico de la región el “kurto kalacs”, un dulce de sabor parecido a un bollo suizo pero en forma de churro hueco. Estaba bueno pero era pesadísimo. Aun no se como las rumanas, con lo delgaditas que son, pueden tomarse esto entero y no estar como focas. Uffff. A nosotras nos resulto imposible comernos ni la mitad (entre las dos).

Volvimos pues a Piatra Neamt, entramos al supermercado a comprar alguna cosilla para comer (yogur para pasar el kurto kalacs ese). Y luego a la estación para coger los billetes a Targu Neamt, nuestro siguiente destino.
Al llegar a Targu Neamt, nos pusimos a buscar hotel, algo que resulto bastante complicadillo. Después de muchos andar (incluso por caminos de tierra) dimos por fin con uno con bastante buena pinta en las afueras. La Cetate. Aburridas de la búsqueda nos hubiéramos quedado con cualquier cosa pero resulta que la “jugada” nos salio redonda. Nos ofrecieron un bungalow tipo cabaña suiza, pequeñito pero bastante mono y a un precio muy razonable (70 lei/cabaña 2 personas).
Tomamos la merienda (para ver si nos terminábamos el kurto kalacs de las narices) y nos fuimos hacia la ciudadela
Después de una buena subida por un bosque muy bonito llegamos por fin a la ciudadela.
Nos pareció un sitio bastante majo, muy bien reconstruido, con un montón de salas reconstruidas, museo… El estilo me recordaba un poco a Loarre.
La pena es que, como cobran por hacer fotos, no haya fotos del interior de la misma.
Después de la visita nos bajamos al centro del pueblo para ver si encontrábamos una agencia que nos llevara de excursión al día siguiente a los monasterios de los alrededores. Misión imposible también. Así que recurrimos a la desesperada a buscar un taxista que nos hiciera el trayecto.
Guiándonos por nuestras “vibraciones” dimos con uno que tenia una pinta muy agradable. Como el precio que nos dijo nos pareció mas que razonable (90lei), concretamos con el que nos vendría a buscar al día siguiente al hotel y nos llevaría a ver los tres monasterios mas famosos de los alrededores.

Nos fuimos caminando por el pueblo hacia el hotel donde cenamos un par de platos típicos que estaban deliciosos, una sopa de pollo y mirtitei (una especie de albóndiga especiada). Todo ello acompañadas por un perrillo muy majete que nos ponía “ojitos tiernos” para que le lanzáramos nuestros restos

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