domingo, 4 de diciembre de 2011

Bye bye Vietnam

Nuestro vuelo sale a las 10 y media de la mañana así que nos viene a buscar un taxi a eso de las 8 y nos lleva al aeropuerto. Los trámites son igual que siempre, sin incidentes. A Elena, llorando un poco, le dan un asiento preferente de “special person”. Al resto las hacinan por la parte trasera (resulta que no puede llevar acompañante las “special person”). Yo por supuesto, debido a mi nuevo estado de articulación, me veo obligada a viajar en la bodega dentro de la maleta, en fiiin. Por suerte todo va bien, no hay retrasos, todos los bártulos llegan en buen estado. Llegamos a Madrid puntuales y Elena consigue cambiar el billete de bus y adelantar su vuelta a Zaragoza ya que ha decidido ir al médico para que le mire la quemadura y la retención de líquidos que le ha ocasionado y tiene que trabajar unas horas después. Pero eso ya es otra historia. Yo me voy con ella mientras el resto espera una hora a su autobús.
Os dejo una de esas fotos curiosas que tanto me gustan

Y una de una amiguita que me encontré en un baño

sábado, 3 de diciembre de 2011

Hanói, último día

Nuestro día entero en Vietnam, que se supone que estaba dedicado a ver los monumentos importantes de la ciudad. Elena esta que no puede ya con la hinchazón de la pierna así que decide quedarse a descansar todo el día en el hotel con la pata en alto, con vistas a la tortura del viaje en avión del día siguiente. El resto del grupo sale a pasear por las calles y comprar alguna cosa que queda pendiente. Al mediodía salimos a ver el espectáculo de las marionetas de agua (con críticas distintas según quien hable) y a comer a nuestro restaurante en Hanói (el Bambú).
Elena se vuelve al hotel conmigo y las demás siguen callejeando. Con el fin de no hacer salir a Elena del hotel compran unas pizzas y cenamos todas en el hotel (del que al final no nos hemos cambiado). No sentimos demasiado no ver el resto de la ciudad, Hanói es lo único que no me ha gustado de todo Vietnam

viernes, 2 de diciembre de 2011

Hoi An

Hoy es nuestro último día en Hoi An así que dormimos un poco más y nos vamos a recorrer el pueblo. Hoi An es un pueblo tranquilo, con mucho encanto (sobre todo por la noche cuando se encienden los farolillos de seda). Cogemos el boleto turístico y nos vamos a ver los sitios turísticos. ).


La verdad es que los destinos turísticos no me gustan mucho y podíamos haber prescindido del boleto ya que nunca entenderemos que interés puede tener ver el interior de la casa de unos habitantes, que si, tienen un portal bonito y antiguo, pero el resto… Al final resultó que no elegimos bien lo que podíamos ver (con el boleto se pueden elegir 4-5 puntos de interés). Pasamos todo el día paseando por sus bonitas calles, comprando las últimas cosas (farolillos de seda y adornos varios

Los restaurantes del centro son carillos, aun asi entramos en uno por no desplazarnos hasta NUESTRO restaurante. Menudo chasco, ya que salvo el batido de chocolate, el resto dejaba mucho que desear. De nuevo, callejeo hasta la hora de la cena.


Como el taxi nos viene a buscar sobre las 8, aprovechamos para cenar en nuestro restaurante (donde nos dan un regalito de despedida en forma de pastelitos, que majas). Y ya nada, vamos hasta el aeropuerto y a esperar hasta que salga el avión. El vuelo se hace corto pero entre que el vuelo salía tarde y el taxi del aeropuerto al centro, llegamos a Hanoi pasadas las 12. Como teniamos la tarjeta de un hotel en Hanoi le decimos al taxista que nos deje allí. Nuestro gozo en un pozo, no encontramos nada. Los hoteles están cerrados a cal y canto y al final nos cuesta encontrar uno que este abierto. Por suerte estamos cerca de la zona turística y hay gente en la calle. Entramos al único hotel que está abierto y por suerte tienen dos habitaciones dobles. Es caro, pero es tarde y estamos cansadas de tanto viaje. Mañana será otro día.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Montañas de Mármol y Ciudadela de Hue.

Salimos temprano de Hoi An ya que tenemos una larga excursión por delante. Como la excursión es privada podemos organizarnos como queramos, así que decidimos empezar por las Montañas de Mármol.
Las Montañas de Mármol son una serie de montañas dedicadas a los distintos elementos que están llenas de templos, estatuas y pagodas dedicadas a Buda.
La entrada al pueblo que descansa en la parte de debajo de las montañas de dedica casi en exclusiva a la talla del mármol (que según nos enteramos no proviene de estas montañas sino de China). Choca mucho encontrarse en primer lugar un moderno ascensor para acceder a la parte superior de la montaña. Pese a la pierna hinchada de Elena decidimos subir por las escaleras ya que no hay demasiado camino y parece bastante aceptable.

La visita al complejo nos encanta. Hay varios templetes excavados en roca, dentro de cuevas que tienen un encanto especial. Nos encontramos con una señora mayor que barre el lugar y nos ofrece incienso. Es tan adorable la anciana que le compramos una varitas y ella nos enseña cómo ponerlo. Pero lo más gracioso es que nos empieza a dirigir de un sitio a otro para decirnos como hacer las mejores fotos. Pero el puntazo total fue el momento en el que le dice a Elena que suba por unas rocas para hacer una foto a un Buda durmiente que está arriba oculto de los ojos de la gente (cosa altamente imposible debido al estado de la pierna). Así que la mujer, ni corta ni perezosa le pide la cámara (reflex), se encarama por las piedras (con clancletas) y hace la foto del Buda oculto como una autentica profesional. No podía faltar foto del momento.


Como nos parece de un encanto absoluto le pedimos una foto con ella y acepta encantada. Tanto que incluso coge un ramo de flores para estar más guapa. En realidad estas cosas son las que más me gustan de los viajes.
Nos despedimos de la buena mujer y nos vamos a seguir caminando por la zona. Es una pena no aprovechar más el lugar ya que el taxi nos espera.
Nos quedan por delante más de dos horas de conducción temeraria y de taquicardia continuada. Yo no soy una persona miedosa pero tengo que reconocer que ha sido uno de los momentos en los que más miedo he pasado. Es muy común ir por el sentido contrario en plan kamikaze, adelantar a un camión lleno de material inflamable en una curva de una carretera de montaña, incorporarse a la carretera sin mirar si vienen coches… Si no nos pareció suficiente la conducción en moto por Hanói (motos cargadas con elementos imposibles, con más de tres personas pero eso sí, todos con casco), el taxi de este día nos dejo claro que la seguridad vial no es algo por lo que Vietnam destaca. Aunque tengo que reconocer que no vimos ni un solo accidente (salvo el nuestro).
A mitad de camino el taxi nos para en un mirador de montaña llamado Hai Van donde aprovechamos para estirar las piernas, usar el servicio y ver un poco las vistas. Aun nos queda un largo techo hacia Hue.
Nuestros temores de que nos lloviera en Hue (temores fundados ya que lleva lloviendo medio camino) se hacen patentes. Al llegar diluvia. Por suerte nuestra primera parada en un “area de servicio” donde nos ponemos a comer. Allí llega el dilema. El chico de la agencia nos vendió la excursión con comida incluida, cosa que el taxista parece desconocer. Por no discutir mucho con él (además no habla inglés) decidimos pagar nuestros platos y luego reclamárselo al de la agencia que es que nos vendió la excursión y el que se llevó el dinero. Pese a que el sitio es tirando a cutre, nos tomamos el arroz más rico que comí en todo Vietnam, por fin con sabor (jeje).
Tenemos suerte porque escampa antes de terminar de comer así que podemos dirigirnos a la ciudadela de Hue sin lluvia sobre nuestras cabezas.
La ciudadela me gusta bastante más de lo que me había imaginado. Esta en un estado de conservación muy bueno y es muy bonita, tanto los edificios como el entorno.








En esta excursión es normal hacer una excursión por el río Perfume (no confundir con Pagoda del Perfume ya que no tienen nada que ver)

El taxi luego nos lleva a ver una pagoda cuyo nombre no recuerdo y la tumba imperial de Tu Duc. La pagoda no tiene nada de particular, pero la tumba, pese a nuestras reticencias nos acaba gustando mucho. La verdad es que mas que tumba parece un palacio, tiene su lago, sus tumbas, sus edificios… El entorno vegetal es bastante agradable. Me encanta.



Empieza a llover de nuevo así que nos vamos al taxi para regresar a Hoi An. La vuelta es igual de terrorífica que la ida a lo que hay que añadir que ya cerca de Hoi An empieza un verdadero diluvio. Uff. Que felices fuimos al llegar a tierra firme, jeje. La excursión ha sido un poco paliza (más de 6 horas metidas en un taxi) pero ha merecido la pena.
Lo que queda de tarde lo usamos con más pruebas de ropa (al final han caído vestidos, chaquetas, abrigos y zapatos), bronca en la agencia por el tema de la comida (que al final conseguimos que nos pague), paseo por el pueblo y la cenita en nuestro restaurante favorito

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Ruinas de My Son

Para llegar a My Son (ojo, no se pronuncia al modo ingles sino al español) hay más de dos horas de bus. Por suerte no va muy lleno y podemos ir más anchas. La pierna de Elena está hinchada de la retención de líquidos y es conveniente tenerla en alto el mayor tiempo posible (que rollo).
Las ruinas están dentro de un bosque no demasiado frondoso pero que aun así da bastante sombra (cosa agradable con el calorcito que hace).
Esta vez tenemos un guía bastante bueno que explica un montón las cosas (el único que lo hizo en todo el viaje). Pega, que solo habla en ingles así que como entendemos poco la atención se nos dispersa bastante. La excursión en si dura unas dos horas. Las ruinas pertenecen a un antiguo reino Chan, con raíces hindúes. La verdad es que la gente dice que tampoco eran nada del otro mundo, pero a nosotras 5 nos gustaron bastante.




Luego vuelta al bus y de allí al bote que nos devolvería a Hoi An. La comida la hacemos a bordo. Para no variar, arroz blanco con verduras (Ahora ya ni rollitos que es lo único rico, uff). La excursión en barca es más decepcionante ya que es un barco feucho, las riberas no tienen nada de particular y además huele a gasoil.
Antes de llegar al pueblo, nos paran en una isla a ver artesanías populares. Parece ser que son expertos en la manufactura de elementos de madera. La verdad es que hacen verdaderas maravillas (lástima que la mayor parte de las cosas no se pueda transportar).

Estamos un rato paseando por las calles y volvemos al barco


Llegamos temprano a Hoi An y nos vamos al hotel a descansar un rato y pasamos es resto de la tarde de paseo, probando y comprando mas vestidos y contratando con la agencia la excursión del día siguiente. Al final alquilamos un taxi que nos lleva a las cinco a Hue, con parada en las Montañas de Mármol (un dos en uno). Eso sí, nos cuesta una barbaridad el regateo con el chico de la agencia.
Terminamos el día cenando en el restaurante del día anterior