viernes, 22 de julio de 2011

Día 22. Edirne, esa gran ciudad

Una de las ventajas de la compañía de buses (o de la estación, no lo tenemos claro) es que hay un transfer estación-centro de la ciudad, por lo que nos ahorramos el taxi.
Al llegar allí vamos al hotel donde nos duchamos y pasamos el resto de la mañana vegetando (lastima que no haya piscina). Salimos a comer a un restaurante cercano y, debido al calor, nos volvemos al hotel para echarnos la siesta, no sin antes hacer una visitilla al bazar.a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKAigyUA6T7RZ-e7Z-qAvRwVyhR3WjHT5IAD0Czv8pbY4W7f-5VFpqm1z13gU-CTIK7EJrtdWJxAWjXYQAXzaIt632PjhtsoNxSbaIMa0sF5RAqTxWvAEdSkZ85z9FICDYyuK0Vk3J1azt/s1600/Turkey+%2528521%2529.JPG">
El hotel, pese a no convencernos mucho por Internet, resultó un acierto. Bastante limpio pese a que la decoración era algo anticuada y la gente del hotel muy agradable, tanto que nos invitaban a dulces, coca cola…
Cuando ya parece que se puede respirar, salimos a dar una vuelta para ver las mezquitas más famosas de la ciudad. Edirne resulta una ciudad muy acogedora y agradable.





Y por la tarde, por primera vez desde que estamos aquí, aparece una nube, luego otra y llueve.


Solo una tormentita pero refresca algo y nos arregla el día (y es que claro, una rana como yo, necesita lluvia antes o después, jeje). Aprovechamos la ocasión para hacer algo que me encanta, visitar un supermercado y comprar cosas curiosas, jeje, cuantas ricas sopitas me esperan este invierno…

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