martes, 29 de noviembre de 2011

Nuestro destino final: Hoi An

Pese a haber dormido bastante bien nos despertamos temprano. Nos ponemos a desayunar los restos del día anterior y a ver pasar el paisaje. Cuando son las 11, hora en la que se supone que debíamos llegar a Danang, el tren empieza a entrar en lo que parece una gran ciudad. Nosotras ya todas contentas porque al fin hemos llegado cuando de pronto vemos un cartel que pone “Hue”. Casi nos morimos del horror. Hue está a tres horas de nuestro destino…

Así que haciendo de tripas corazón y asumiendo que tenemos que pasar tres horas más en el habitáculo nos ponemos a leer, dormitar, jugar a las cartas… La mañana se pasa lenta.
Llegamos a Danang y sin muchas ganas de discutir cogemos uno de los primeros taxis que nos ofrece ir a Hoi An, nuestro destino definitivo. Hemos decidido establecer nuestro campamento en este pueblo, visitar todo lo que nos queda y volver en avión a Hanói si encontramos una tarifa medio barata.
Nada más llegar Hoi An nos sorprende por lo agradable que parece. Está rodeado de campos de arroz, hace buena temperatura, todo parece limpio… El taxi nos deja en el hotel que le decimos (el primero que leí en la guía) y se marcha.
Como la pierna de Elena esta algo hinchada y le duele al andar, dos de nosotras se van a buscar hotel. Después de un par de hoteles y sin ganas de buscar más, nos quedamos en uno que es algo caro pero que tiene muy buen aspecto, piscina (que luego no llegaríamos a usar, pero bueno) y desayuno- buffet. Las habitaciones son muy amplias y el baño de lo mejorcito que hemos visto por este país. No conseguimos regatear el precio, aunque si conseguimos que nos dejen la primera noche una suite a precio de normal (más que nada porque no tiene otra).
Dejamos los bártulos, nos duchamos (la sensación de suciedad después de dormir en el tren es interesante) y nos vamos a pasear un poco.
La primera parada la hacemos en una agencia de viajes donde pretendemos contratar las excursiones y reservar el billete de avión a Hanói. Al final decidimos ir al día siguiente a las ruinas de My Son. El chico nos dice que ya decidiremos al día siguiente lo que hacer con Hue y las Montañas de Mármol. Nos vamos a dar una vuelta por el pueblo y a tiendear (por primera vez en serio en Vietnam). Lo más típico en esta ciudad es la ropa hecha a medida. Tú les dices un modelo, eliges una tela, te toman las medidas y a las 24 horas tienes el modelito terminado. Hay de todo, chaquetas, vestidos, camisas, sandalias…un paraíso. Por supuesto yo no me compro nada porque igual si me ven, acabo en la cazuela de algún vietnamita (son muy dados a comerse todos los bichos, jeje). Pero las demás, acaban picando más de una cosa.
Nos vamos pronto a cenar porque llevamos un día horrible respecto a la comida y descubrimos un restaurante majísimo atendido por dos vietnamitas encantadoras. Cenamos de lujo y nos vamos a nuestro hotel a dormir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario