domingo, 20 de noviembre de 2011

Rumbo a Vietnam

Por fin llegó el día que estábamos esperando, nos vamos a Vietnaaaam.
Esta vez, por algún problema con la web de ALSA, nos tocó comprar los billetes de bus el día anterior a nuestra partida desde la propia estación. Consecuencia: Que solo había billetes para las 3 de la mañana.
Así que al final, casi de empalmada, comenzamos nuestro viaje a estas intempestivas horas nocturnas. Por suerte en el bus se pudo dormir un poco (unas más que otras). Llegamos a las 6 al aeropuerto donde nos esperaba otra integrante del grupo que venía desde Alicante. Transfer a la T1, y a esperar hasta que nos llamaran para facturar. Allí surgió el primer problema. Debido a mi reciente operación tuve miedo de no poder pasar por el escáner ya que ahora puedo resultar “objeto punzante”, así que en lugar de ir arriba en el avión se decidió que fuera en la maleta. Así pues, a partir de ahora el resto de acontecimientos me han sido contados por Elena
EL resto del viaje continúo sin incidentes graves. Al llegar a Moscú estuvimos una hora dando vueltas esperando a poder aterrizar, lo que casi nos hace perder el enlace. Luego 9 horas más de avión hasta Hanoi donde hubo que continuar con los trámites para el visado.
Pero entonces ocurrió. Mientras el resto del grupo esperaba las maletas les llaman por megafonía (increíble pero cierto que entendieran). Les dicen en la ventanilla que las maletas están en Moscú y que no llegan hasta el día siguiente. Así que ya veis, en Moscú que me quedé, lejos de mis chicas.
El resto del grupo solo tenía la opción de esperar así que cogió un minibús al hotel. Cabe mencionar la curiosa manera de llenar los medios de transporte aqui en Vietnam. La gente va entrando hasta llenar los asientos y cuando crees que no cabe nadie mas, pues ¡sorpresa! sacan unos minitaburetes y los van colocando en los pasillos creando una 4ª o 5ª linea de asientos y si eso fuera poco, pues otros tantos van de pie. Os dejo una foto del minibus del primer día

Alli una lavadita rápida y a salir a pasear para ver un poco la zona del lago.


Trámites con el hotel para la contratación de la excursión de la Pagoda del Perfume y los billetes de tren para Sapa (que al final contratamos en otro sitio). La excursión resultó cara pero tampoco tenían mucha opción ya que las maletas seguían sin aparecer y habían puesto como lugar de entrega ese mismo hotel.
Después de todo eso, paseo por las calles, y cena en un restaurante muy majo (que resultó nuestra opción en Hanoi). Empieza la dieta de noodles (Pho) y arroz (com).
La ciudad de Hanoi sorprende por varios motivos: por la intensa vida que hay en sus calles, por la total acapaparación de sus aceras por puestos de venta de productos lo que obliga al peatón a mezclarse con el intenso tráfico reinante, un tráfico que sorprende ya que, pese a que parece un caos total tiene cierto orden. Porque aunque se mezclen motos, coches, peatones, vendedores, ricksaw... y que cada uno vaya donde le de la gana sin respetar sentidos ni señales ni semáforos, no hay choques. Lei en el blog de un amigo que el tráfico es como agua, creo que no hay mejor definición.




Se fueron pronto a dormir ya que el largo viaje y el jet Lag dejan sus huellas en cualquier organismo. Yo seguía durmiendo en Moscú, uffff ¿Cuándo llegaré a Vietnam?.

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